Estado de Demencia: Por Marcial Ortiz De Zevallos

Cuando la brutalidad emana a borbotones es muy frustrante y complicado limpiar ese pus que sólo sabe contagiar y causar tumefacción y dolor. ¿A qué me refiero? A muchas cosas. Por ejemplo, a darle la potestad al pueblo de Aguas Calientes de vender físicamente 1000 entradas para Machu Picchu, genialidad heredada de Betssy Chavez. Me refiero por ejemplo a autorizar una huelga de controladores aéreos a inicios de la Semana Santa. También obsequio del golpista Castillo. Y ahora, para no perder costumbre, me refiero a la política teóricamente populista, pero irracional, al punto del estado de demencia, de declarar el Estado de Emergencia por distritos.

Una demencia nacional que viene de tiempo atrás y nadie dice nada. Acaso, por ejemplo, ¿no se cansaron de los sin sentidos en la Pandemia? ¿Esos que causaron que casi 300,000 peruanos mueran? Bueno, yo sí. Aproximadamente 1% de la población peruana murió. Como si nada.
Nadie pagó por las ideas obscenamente y patológicamente torpes. Como la de hacer toques de queda que aglomeraban personas, como la de prohibir el delivery, entre muchas otras. Todas ideas alegremente impunes porque las ideas no son ilegales, pero matan.

Y ahora, después de todo lo que se ha vivido, de haber sido ratones de laboratorio de un sinnúmero de disparates, nos encontramos frente a otro esperpento mental que nuestro gobierno respalda. El que menciono líneas arriba: los irracionales Estados de Emergencia que avanzan distrito a distrito entre una nebulosa pestilente que los políticos huelen como popularidad.

Porque eso es lo que finalmente buscan. No les interesa ni la seguridad, ni el bienestar, por lo menos esa es mi lectura. Creo que la mayoría sólo se mueve por lo que perciben les brindará réditos en las ánforas. Punto. Y digo “perciben” pues es que intuyo que va a ser todo lo contrario. Estos Estados de Emergencia no sólo son anti técnicos, sino que la población los rechazará, así como la empresa privada.

¿O qué creen? ¿Que los delincuentes son estatuas? Si las autoridades se centran en el Cercado de Lima y Lince, por ejemplo, ¿Creen que no se van a mover? ¿Los subestiman y creen que no se van a ir Breña, Jesús María, La Victoria? ¿Luego cuando llenen esos distritos de fusiles no creen que se van a ir a San Isidro? ¿Qué vamos a ser después? ¿Una ciudad llena de tanques? Si lo que quieren es seguridad se necesitan cárceles, se necesita penar el robo de cosas menores e inteligencia policial. Construir, legislar y penalizar. Ese es el camino.

¿A quién se le ocurre que prohibir el comercio entre media noche y las 4am en el Centro de Lima, San Juan de Lurigancho, Lince y demás va a funcionar? Además, no se dan cuenta del daño económico. ¿Saben cuántos bares, restaurantes, Casinos, bodegas, hoteles, grifos, panaderías, farmacias, entre otros negocios legales hay? ¿Saben que el Cercado de Lima es un hub de arte en la ciudad? ¿Saben que los músicos están al borde de la quiebra golpeados por la pandemia? ¿Qué van a hacer con los eventos programados en el Parque de la Exposición y el Estadio Nacional? ¿Van a mandar a Messi a jugar al Chipoco de Barranco?

No pues, lo que ellos perciben que será un golazo de media cancha para su popularidad, de persistir en su necedad, no significará más que la quiebra para muchos negocios, aumentar el desempleo, y la impopularidad extrema.

En lo que se refiere a turismo, sus operadores, ¿cómo creen que les afecta estas declaraciones de Emergencia? ¿Cómo creen que el mundo nos ve? ¿Cómo se explica a un extranjero que el Perú es seguro con los militares en las calles? La verdad es que es imposible. Los tour operadores están haciendo magia para captar turismo receptivo. ¿Acaso el turismo no es importante? Señor Otárola, Señora Boluarte, el turismo representaba el 4% del PBI. Es hora de que sea política de Estado y no ser ninguneado. Puede ser el motor de desarrollo del Perú.
Mínimo debería contribuir con el 10% del PBI como lo hace en promedio a nivel mundial

Pero en fin, al final de cuentas probablemente eso sea irrelevante. Más bien tomen nota de que lo que creen que llevará agua a sus molinos más bien va a tener el efecto inverso. Todavía están a tiempo para enmendar lo hecho. Queremos una ciudad segura, sin duda, pero con todas nuestras libertades, libertades de tránsito, de hacer empresa, de vivir como una sociedad tenaz que soluciona sus problemas. No como parásitos que reptan buscando lo que les depara la fortuna. Sino como personas que optan por el bien común y el desarrollo del Perú.